viernes, 22 de febrero de 2013

La cabeza del caballo

Este tipo podría ser yo mismo el lunes pasado

“Algo habremos hecho mal”, “cuando el río suena agua lleva” y otras frases por el estilo se pueden oír estos días en algunos corrillos de Guadalajara, obviamente referidas al asunto de la ampliación de capital del Dépor. Quiero dejar clara una cosa de antemano. Si tuviese que elegir compañía como naúfrago en una isla desierta no elegiría a Germán Retuerta, pero tampoco a ninguno de los presidentes de clubes de fútbol de liga Adelante. Tampoco de la liga BBVA. Por motivos obvios, tanto sexuales como de la confianza que me inspiran. En este listado podría incluir también a banqueros, por ejemplo. Pero no es cuestión de relatarla entera.

Ahora bien, que una cosa huela no quiere decir que apeste. Hay una segunda corriente de opinión, con la que indudablemente me quedo, que apunta a que el Dépor está siendo objeto de una excesiva ofensiva por parte de la Liga de Fútbol Profesional, LFP, presidida por José Luis Astiazarán, un hombre que agota sus últimas horas al frente de este oscuro y discutido organismo que gestiona el ático dúplex del fútbol en España, coloquialmente conocido como la 1ª y la 2ª división, mientras emerge su sucesor: Javier Tebas.


Una de las razones por las que la LFP tiene fama de vivir en penumbras es, sin género de dudas, el abogado Javier Tebas, el que seguramente se convertirá en presidente a partir de abril, cuando acabe el mandato de Astiazarán, que no optará salvo sorpresa mayúscula a la reelección. Hablar de Tebas es hablar de una maraña de intereses cruzados y complejos. Tanto es así que él mismo reconocía en la madrugada del miércoles 20 al jueves 21 en la cadena COPE que de salir elegido presidente tendría que resolver su doble pertenencia a la liga y al bufete legal del que es propietario junto a su mujer, la economista Marta Coiduras. Sin embargo, no lo tiene que resolver siendo vicepresidente de la LFP. Muy llamativo.

De ese bufete matrimonial, Tebas-Coiduras, cuelga un despacho especializado denominado Law-Sport que se ocupa a través de distintas divisiones o áreas de negocio de una multitud de asuntos relacionados con el fútbol y que hacen imposible en la práctica presuponer a Tebas neutralidad en su papel como vicepresidente de la LFP, a no ser que seas un cruce de Heidi con Pocoyó y te creas que el Rey salvó a España del golpe de Tejero.

Aunque es complicado recopilar exhaustivamente quienes son los clientes de Law Sport, por boca del propio Tebas sabemos que el Xerez o el Huesca, rivales del Dépor en la parte baja de la tabla de segunda le pagan una minuta. Ambos por gestiones de la fase concursal. El segundo, además, le coloca en su staff como asesor legal, cargo que también ostenta en el G-30, del que cobra club a club a 1.500 euros mensuales por barba, según se dice (medio millón al año en la suma total). De la entidad oscense llegó a ser presidente en una tierna etapa de su vida, que cerró con otras miras más altas; mirando por el negocio, vaya. Porque conformarse con un sobremuslo cuando puedes comerte el cebú entero es de leones beta; y él no sólo es alfa, además es buen trepador.

Su apellido paterno no puede definirle mejor. La ciudad de Tebas (actual Luxor) fue capital imperial egipcia y Homero la denominó “la ciudad de las cien puertas”, las mismas que tiene este polifacético personaje que fue agregando equipos a su nómina hasta hacerse tan fuerte que mereció una llamada de Florentino Pérez para evitar que le sangrara la hogaza que tiene el club blanco de los derechos televisivos junto al Barça, por los que perciben el triple de dinero que el tercer equipo mejor pagado, algo que está ahondando a cada temporada que pasa la ya insalvable brecha que hay entre blancos y azulgranas con el resto.

Originalmente autodefinido como producto para defender la justicia de los modestos, Tebas salió de ese pacto siendo el matón de los dos grandes, bendecido por el Don Blanco, que vio en él la oportunidad de gozar de una mayoría holgada en las bambalinas de la LFP, un infiltrado que tenía comiendo de su mano a los peces chicos, esa infantería para neutralizar al vecindario de clase media que estaba cobrando unión y fuerza harto de esas fiestas del ático en las que no participaban.

Hablo del G-6 (Sevilla, Athletic de Bilbao, Real Sociedad, Villarreal, Zaragoza y Español). Cada cual que lo vea como quiera pero estos seis equipos han tenido o tienen problemas. El Villarreal descendió de primera, otros han perdido brillo y peso, sobre alguno (Real Sociedad) aparecieron misteriosas informaciones sobre dopaje en épocas pretéritas (casualmente cuando Astiazarán presidía el club), propaganda negra que parece encajar muy bien con una necesidad de relevo en la cúspide de la LFP. Te hace pensar que alguien debe pasar la mopa.

Su papel en la guerra de la televisión que libraron Mediapro y Sogecable, la verdadera madre del cordero del fútbol patrio porque es la cañería principal de la financiación de los clubes profesionales, es complejo y oscuro. Eso sí, se puede resumir en una sola frase: como los buenos contrabandistas de armas, Tebas jugó en ambos bandos. Y, claro, venció.

Sería muy prolijo relatar todas las aventuras de este sujeto, considerado merecidamente por muchos la verdadera mano que mece la cuna del fútbol profesional en España. Ha estado en cientos de batallas de las que él ha salido siempre airoso, siempre hacia arriba. No comparten esa fortuna algunos de los clubes a los que ha frotado con sus ungüentos mágicos. Son legión los aficionados que en foros y otras yerbas consideran a Tebas el principio de su fin, un buitre leonado que bajo su majestuosa apariencia (incluida una cuidada verborrea) se limita a comer carroña y despojos. A sacarte los ojos con el pico.

Definido el predador, la pregunta es ¿Qué le puede haber hecho el Dépor para merecer su vendetta?

Yo creo que es un cúmulo de razones, no una sola. Por un lado está que el Dépor no le abona a Tebas (o Law Sport) la iguala que le dan los siervos de la gleba del G-30, esos 1.500 euros mensuales a cambio de su “asesoría jurídica” o lo que sea. La razón por la que no paga no la sé, pero sí sé que no hay sobre. Solamente ese gesto de “falta de respeto” podría ser el desencadenante de imposición de un castigo en alguien cuyo imperio depende de que el rebaño no piense en posibles vías de liberación, de rebelión.

Pero sospecho que eso no es todo.

¿Qué más? Hace tiempo que mi intuición me dice que un club que se organice como lo hace el Dépor iba a acabar llamando la atención (para mal) en un negocio suficientemente bien montado sin que venga nadie a alterar sus reglas. Los expertos en el significado de los colores dicen que el morado refleja “independencia”. Me explico. Desde que Carlos Terrazas cogió el timón deportivo del club la política de fichajes para la primera plantilla no se rige por los cánones tradicionales sobre los que está montado el negocio de las contrataciones. No en estas alturas del fútbol.

Lejos de tirar de las conocidas agencias de representación (os recuerdo que Tebas funciona como una y que las demás le respetan y le temen pero también le exigen su alpiste a cambio) que menean lotes enteros que revolotean en círculos de ciudad en ciudad en vergonzantes trapicheos de los que se caen mendrugos y migajas, Terrazas adquiere sus ingredientes en tienda de delicatessen. Uno por uno, tarro en esencia. Lo hace según sus notas, lo que ha visto en el campo, lo que ha apuntado del jugador, lo que necesita para su obsesivo esquema de juego.

Eso le ha permitido congeniar muy bien con Germán, porque el presidente del Dépor no es amigo de gastar y la fórmula de Terrazas es barata. Además, en Segunda B siempre le ha dado resultados ¿Por qué no ponerla en práctica en la LFP? Sus plantillas son cortas porque no tienen grasa. Coge lo que busca y busca lo que quiere: jugadores con hambre de triunfo. No le endosan tocino adosado al magro, como suelen hacer los representantes mayoristas, amigos de vender estrellas consagradas a alto precio y con un baúl de futbolistas-promesa de propina.

Esta práctica no es grave aisladamente y mientras juegues al Scalextric, pero esto es la vida real y la élite. En Segunda B no importa porque se mueve mucho menos dinero, fundamentalmente de la televisión. En realidad a nadie le importa mucho la Segunda B. Un equipo podría estar fabricando una bomba de neutrones y nadie lo notaría. Practicada individualmente por un club, esa idea de gestión a contrapelo no deja de ser una excentricidad, el sueño de un tarado. Lo preocupante es que se vuelva epidemia e inocule a la LFP. Un puto tumor. Los guardianes deben extirparlo.

Sucede que ese club salva en la primera temporada la categoría por los pelos. Luego cambia a 18 jugadores al comenzar su segunda andadura en LFP. Carne de cañón. Hostión seguro, piensa el planeta fútbol profesional. La temporada empieza. Un empate y siete derrotas seguidas. Los puristas del régimen, los lechones que creen conocer el circo y viven (muy bien) de él se frotan las manos. Suicidio. Muerte segura. Alivio. Ese verso suelto no rima con nada.

Pero no. La temporada avanza y la miniplantilla del tío raro que se fabrica sus propios juguetes empieza a carburar. El equipo sale del cuarto de calderas y deja abajo a clubes peligrosos (Racing, Hércules, Castilla, Huesca y Xerez). Algunos de estos nombres aparecen directamente asociados a Tebas. Otros son sencillamente fuertes, influyentes, importantes. Tienen nombre. Suenan a primera. El modelo alternativo funciona. Peligro: hay una forma menos cara de organizarse. Y puede ser competitiva.

Otro elemento importante se cruza en el camino. Tebas decide concurrir a la presidencia de la LFP. Lo anuncia el 15 de febrero en twitter, aunque posiblemente lo hubiese decidido antes, dedicando mucho tiempo a medir y pedir apoyos, apoyos que le piden cosas a cambio, como en la boda de la hija de Vito Corleone.

Meses antes, Tebas concedía entrevistas a cualquier medio que le quisiese oír. El mensaje esencial es recurrente: hay que limpiar la corrupción en el fútbol. Nunca dice nombres. De ahí que suene más a amenaza velada, a “sé algo de algunos de vosotros y os recuerdo que quiero una tarjeta que diga LFP: PRESIDENTE”. Como eslogan electoral, la lucha contra la basura tiene ritmo pero además de anónima tiene otro agujero: él ha sido vicepresidente de la LFP, no viene de fuera, no es ajeno a la proliferación de porquería. Su lucha contra la lacra es nula, carece de piezas cobradas. Su vitrina está vacía, sólo hay en ella una proclama. Equipaje de mano. Una mierda. Hay que salir a cazar.

La pieza se elige cuidadosamente con A+B+C+D. Incluso podría añadir una E que expondré al final.

- A: un equipo que no me pague, que no me “respete”
- B: un club que no pase por el aros de las reglas del negocio, comunmente aceptadas y con las que todos ganamos mucha pasta
- C: un equipo pequeño, que no incomode, desconocido, que apenas haya tenido tiempo de hacer alianzas sólidas
- D: un club al que le demos la plaza de descenso que se resiste a ocupar, porque está saliendo de donde no debe.

Me puedo hasta poner novelesco y llegar a la E, que es una cuestión de bajas pasiones, una guinda, un resarcimiento a la patria chica. Tebas es de Huesca, un potencial beneficiado de matar al Dépor como lo son otros muchos equipos que en la Comisión Delegada han votado que sí a la querella y el expediente de expulsión. En los años 70 hubo un rubio que jugaba en el Guadalajara que se chuleó de los oscenses en el Alcoraz en una eliminatoria de ascenso. Tiraba besos a la grada, bailaba o se tocaba el paquete, dicen. Según las versiones. Algunos lo creían olvidado. Pelillos a la mar. Pero cuando coincidimos en Segunda B con el Huesca muchos de los nuestros percibieron que allí aún se acordaban de aquello. Son aragoneses. Tozudos. No “reblan”, que dicen ellos. No se rinden. Para ellos, aún somos "el enemigo".

Hay quien piensa que todo esto son sólo hipótesis infundadas, que Tebas maneja todos los hilos por su bondad infinita y una sabiduría legal extrema, su don de gentes y sus hipnóticos ojos azul Caribe. Hay quien cree que cuando suena el río es porque lleva agua, ignorando que también existen torrentes subterráneos que suenan en la superficie pero que no contienen agua a la vista. O que hay ríos monumentales, que apenas emiten sonido alguno, pero que transportan un caudal enorme.

Termino por el título y la foto del artículo porque creo que es el centro neurálgico de esta pesadilla impuesta e impostada. En “El Padrino”, película de cabecera para cualquier cinéfilo que se precie, y fuente absoluta de sabiduría para conducirse en la vida una vez abandonada la etapa escolar, hay un pasaje que enseña más que una carrera en Oxford. Tom Hagen, il consigliere del Don, personaje magistralmente interpretado por Robert Duvall (sí, el mismo que dio vida al Coronel Kilgore, mi seudónimo) se traslada a California a visitar al productor Jack Woltz (encarnado por el actor John Marley). Intenta convencerle por las buenas de que contrate a un protegido del Don para una película, un actor de capa caída de nombre ficticio Johnny Fontane (Al Martino), en el que algunos ven paralelismos con el mismísimo Frank Sinatra.

Woltz le dice a il consigliere que no. Lo hace mientras le enseña la cuadra en la que guarda a sus mejores purasangres, presumiendo de su caballo campeón, Khartoum, a la vez que le espeta firmemente a Tom Hagen que no contratará a Fontane por muchos italianos que vayan a intentar convencerle.

Minutos después, el genio Francis Ford Coppola nos asombra con una de las escenas más impactantes jamás vistas en el cine, una breve metáfora de minuto y medio de duración sobre el poder de convicción de la mafia, su insensibilidad y su bárbara desmesura. El obstinado productor Woltz despierta en su cama, mojado, sorprendido. Empieza a retirar la ropa de la cama, como pelándola, hasta llegar a los pies. Está empapada en sangre, mucha sangre. Al retirar del todo las sábanas de seda de color marfil descubre la cabeza cortada de Khartoum, su mejor caballo. Ni que decir tiene que Fontane obtiene el papel. (Pulsa aquí para ver la secuencia).

El Dépor es esa cabeza de caballo, un mensaje al resto de clubes, de quienes se pretende su disciplina, su lealtad a un Don que no perdona la tibieza ni el desafío, que no puede poner en riesgo la estructura sobre la que está montado este negociazo del fútbol, y menos cuando están a punto de celebrarse unas elecciones en la Liga que él quiere ganar.

Llamadme fantasioso si queréis pero yo lo veo así. Y lo más triste es que o el fútbol cambia o morirá porque el entramado pesa ya tanto que no sostiene la casa. Pero mientras tanto decapitarán o tratarán de decapitar a cualquier caballo que intente correr en otra dirección.

2 comentarios:

  1. Alucinado por el pedazo de artículo. Hay que luchar contra todo esto, pero ¿como?
    Aunque el sr. Germán tambien tiene su peligro, no vale para el chico de la película... Aupa Dépor

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  2. Gracias por el elogio.
    Luchar ¿Cómo? Por el momento no callando, contando, diciendo, expresándonos, dando nuestra opinión, les guste o no a los Padrinos del fútbol profesional. Cuanta más cera reciban, menos impunidad para sus enjuagues.
    En cuanto a lo de Germán Retuerta, su peligro lo tiene que demostrar la Liga en el juzgado, no sólo filtrando sin dar la cara. Después, que cada palo aguante su vela.

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