lunes, 15 de septiembre de 2014

Cemento

Pobre James, qué mala color me ha cogido.
Recuerdo haber sido del Real Madrid, sufrir por las dos ligas perdidas en Tenerife con aquel Buyo (decís de Casillas, pero tela) correteando como un muñeco de videojuego entre los palos. Recuerdo el éxtasis de las cinco ligas seguidas imposibles de la "Quinta del Buitre", la séptima redentora, que fue la de la comunión del club con la era del color. Luego vino Zidane, la leyenda, una hilandera sobre el césped. Le vi varias veces en el Bernabeu, muy cerca de la hierba y no creo que jamás contemple un espectáculo semejante en un campo de fútbol. Jugaba con el tiempo detenido, a 48 fotogramas por segundo, como el plano secuencia semicircular de Mátrix.