lunes, 9 de junio de 2014

La culpa es del rey

1.200 abonados por culpa de ésta, su padre y su abuelo

En la tormenta de ideas previa al lanzamiento de #ÉraseUnaVezDéporland alguien debió pensar: “¿Hay algo más vendible y más estable que la monarquía?”. El silencio cómplice bendijo la campaña. ¿Algún voto en contra? Nein. El padre de la idea la vendió bien, con su powerpoint y todo. No sólo por ese rollete cuento subyacente (en casi todos hay príncipes y princesas, casi todos acaban bien, en bodorrio, comiendo perdices y tal). Pues hale, a producción: póster explicativo de las posibilidades sucesorias, letras patchwork en la fachada del Escartín, caretas coloridas descargables en JPG, pulseras, dale duro a las redes sociales, un evento final en el propio estadio con hinchables encajonados entre el bar y la tapia para que no volasen y segunda consumición gratis. Ojo, gratis, ¡en el Dépor!... A todo trapo. Estaba en marcha y olía a triunfazo.


La sólida jerarquía regia española no cambiaba desde que Leonor de Borbón Ortiz de Grecia y Battenberg (o algo así) vino al mundo desde las entrañas de su enjuta madre, la presentadora Letizia, un ya lejano 31 de octubre de 2005, lunes para más señas. Andaríamos por aquel entonces hablando del correoso Tarazona del fin de semana, del “equipazo” que había hecho el Alcázar... Eso. No podía fallar nada. ¿NADA? ¡TODO! El 2 de junio de 2014, sin previo aviso al club (lo que sin duda define lo traicionera que puede ser la Casa Real cuando se lo propone) Su Majestad le comunicaba al presidente del Gobierno su intención de abdicar en la figura de su primogénito, que en el lenguaje español contemporáneo define al hijo más pequeño de un monarca. Con un par. Se lo comunicó ¡a Rajoy! A Retuerta ni orejas, el muy sinvergüenza.

El Fail era absoluto, imparable. ¡Abdicar! Pero si en España la RAE cambió hace mucho ese verbo por “selfie”, palabra mucho más usada por el plebeyo tecnológico. Abdicar. Joder, si hasta suena a concesionario de KIA en Parla, a reyezuelo moro cobarde abandonando la Alhambra: “Llora como mujer lo que no has sabido conservar como hombre, Abdicar, hijo mío. Tira p’allá que te voy a inflar a collejas, tanto harén ni tanta mierda, que gilipolleces las tienes todas, salido, anormal. Más vale que estudiaras”.

No podía haber sido más oportuna la campaña de nuevos abonos del Dépor. Sale tal que un 26 de mayo y el 2 de junio, Juan Carlos palote, Campechano I de las dos Sicilias, dice que se retira a sus aposentos, a ver obras, a pasear por la playa de Levante de Benidorm con las garrotas, qué se yo. Así, todo a tomar por culo, claro. La revolución: los que eran príncipes pasan a ser reyes, las que eran infantas pasan a ser princesas, las princesas pasan a reina consorte y posible regente... El caos. En esas condiciones infames era muy complicado pasar de 1.000 abonados, una quimera.

A causa de los borbones, #ÉraseUnaVezDéporland dispuso de sólo 8 días para que los antiguos echáramos la red a los nuevos. Pero no una semana cualquiera. Una semana en la que los españoles hemos estado entretenidos bien en pedir absurdas reformas como votar al Jefe del Estado, bien en defender el valor de la sangre azul o en consultar la lista de los 100 hombres más elegantes de Europa para ver qué lugar exacto ocupaba en ella Felipe VI, el maduro padre de familia que sabe decir en un inglés de Oxford “relaxing cup of café con leche” sin marcar la doble erre como un simple escocés o una patética alcaldesa.

Eso por no hablar de la dañina incursión de la corriente republicana. Otros que tal bailan; perroflautas, rojos de satán que no puede ver una corona dorada ni en un paquete de tabaco. Abdica el rey y venga a revolver cajones para buscar la tricolor, que tiene una banda morada, coño. Una banda que viene de cojones cuando se juntan un Mundial y un play off con el Dépor, como podía haber sucedido este año si el equipo hubiera jugado el partido de Melilla. Pídeles tú a esos que vayan de príncipes por la vida. Nada, imposible. De ranas aún aún. Si la cuestión sucesoria no hubiera estado candente todavía... Pero en la charca de un interregnos sale a pescar todo cristo y se olvida de lo fundamental: el fútbol.

Pues eso, que no es culpa de la crisis que nos tiene a muchos con el bolsillo polvoriento, ni de tener que buscar a TRES batracios pardillos (ni uno por -10 euros, ni dos por -20, sino tres por -30) para beneficiarte del descuento. Tampoco somos una ciudad que se acostumbró a la LFP en menos que cantó un gallo y que ahora cree que jugar en Segunda B es de pueblerinos, o una ciudad que paga 2.000 euros por un asiento a la altura de un viaje en globo en el gran duelo lisboeta Vikingos VS Indios pero que 80 le parece un precio abusivo por dos decenas de partidos en el Escartín con copa del rey (o del príncipe) incluida. Tampoco de la incertidumbre (y van dos años seguidos) de no saber en junio en qué categoría vamos a jugar, ni con qué futbolistas, ni con qué entrenador. Nada de eso tiene la culpa.

Qué va. La culpa la tiene el rey y su familia, que no avisaron los muy borbones.

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