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Moore con su Les Paul, amigos íntimos |
Empieza mal el año. Ayer domingo encontraron muerto en un hotel de Estepona (Málaga) al grandísimo
Gary Moore, que tenía estrella (y gorda) en la particular
hall of fame de este bloguero. Norirlandés de nacimiento, aries, y feo como la niña del exorcista con gastroenteritis,
Moore le devolvió a la Gibson Les Paul su leyenda medio perdida a base de darle marcha con su púa salvaje y sus dedos invisibles. Hay gente que se queda con su primera etapa, de la que destaco
"Parisienne walkways" (me podría valer para mi propio funeral). Yo me quedo con su resurrección a principios de los 90, al sacar al blues y sus mitos de la cueva de la tristeza, dándoles una segunda juventud a
Albert Collins, Albert King o B.B. King. Fue un buen guitarrista de
hard rock pero brillante de
blues rock, digan lo que digan los puretas del género.
"After hours" y
"Still got the blues" son dos discazos memorables que hay que tener siempre a mano para cuando necesitas que la adrenalina te llegue a chorros hasta las uñas. Feliz
"Cold day in hell", monstruo.
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