lunes, 7 de febrero de 2011

Pues yo vi un partidazo

El deportivista Zednanref Divad avanza con el balón perseguido por Obocaj
Una de las claves de la inmensidad del fútbol es fruto de la diferente mirada con la que los aficionados interpretamos una misma visión, un mismo partido. Me quedo perplejo ante la interpretación que la prensa digital y escrita hace del derbi del Henares que yo vi ayer domingo en El Val. Salvo por los goles, detalle que tiene su importancia, para qué lo vamos a negar, resulta que en el partido hubo miedo, falta de ambición, final de racha, paso atrás, etc. Algunos se aburrieron.

Yo me divertí de cojones porque vi un partido de fútbol intenso, vibrante y de calidad, con dos entrenadores que fueron corrigiendo posiciones para intentar ganar el partido sin tirarlo por la borda y con un Dépor soberbio en la primera parte, practicando un fútbol de gran calidad a la vez que maniataron a un rival con muy malas intenciones, vertical y rápido.

No pasa nada. Unos tienen los ojos azules, otros verdes y otros marrones. Otros no tienen ojos. Los hay que sólo tienen un ojo y ven mejor con él que Sara Carbonero con esas dos plazas de toros color mar caribe que tiene en la cara. Hay gente que cuando no hay goles se presenta en la taquilla y pide la devolución del dinero.

En mi humilde opinión, el partido de Cuenca fue un pestiño con tres goles y tres puntos para el Dépor y el de ayer en Alcalá fue un prodigio de despliegue táctico y técnico de los nuestros, que lucharon a brazo partido por ganar aunque sólo consiguieran empatar porque nos faltó algo de instinto asesino, nuestra carencia más acuciante. Vi orden y concierto entre dos equipos que sabían que quien marcara primero podía incluso golear porque el éxito de uno es mayor si va acompañado del fracaso del vecino.

Ayer nos dio el sol invernal y vimos un Dépor sólido y sin apenas fisuras defensivas que tuvo tres o cuatro buenas ocasiones para llevarse el partido contra un Alcalá que tuvo que corregir el once en el descanso porque se estaba viendo empujado atrás y el cántaro iba mucho a la fuente conducido por Oya, David, Aníbal, a veces por el puente aéreo Soria-piedelextremo. Y, claro, por un Ernesto que le dio a Juani la mañana con su "por aquí o por allá; pues ni por aquí ni por allá".

En la segunda parte, Ernesto metió con la uña de su pie izquierdo un centro desde la base del banderín que Badía no supo enganchar. Si hubiese sido Souto el rematador, o Marín, o el mismo Juanjo para no irme muy lejos con la máquina del tiempo, la balanza se hubiera hundido de un lado ahí mismo y el Dépor hubiese cobrado los tres puntos del trabajo bien hecho. Pero era Badía, entre cuyas virtudes no está la de romper las redes de una volea. También Aníbal se enredó en otra. Está en su derecho.


Es verdad que Iván Moreno anduvo un poco perdido y que Oinatz se sigue escondiendo cuando el Dépor mueve los bolillos en ataque. También que nos cogieron en un par de contrapiés que costaron dos amarillas, y que en los últimos quince minutos había menos orden, como suele pasar en el fútbol cuando se juega con intensidad. Pero yo vi un partidazo táctico y técnico que sólo mereció ganar el Dépor y que de momento me deja muy tranquilo ante las dos ruletas rusas que nos tocan ahora en el Escartín contra dos rivales directos que no estarán en su mejor momento pero que tienen buenos dientes.

Por supuesto que será difícil sumar 6 puntos contra el Leganés y el Getafe B, dos equipos que tuvieron momentos mejores. Naturalmente que preferiría tener a Míchel y a Cuesta plenos de facultades en el 11 o en el 16 de Terrazas. Sin embargo, afronto la semana con una gran serenidad porque en El Val vi a un Dépor que agarró la batuta con fuerza y dirigió la orquesta con mano maestra. Sin goles pero con trazas de buen conjunto.

Gracias a la victoria en Cuenca, la goleada al Atlético B y a este partido veo, con mis ojos, la botella medio llena. Por este camino tengo esperanzas de progresar aunque algunos nos sitúen novenos porque cuenten de golpe los puntos que no se van a jugar, aunque haya quien viera otro partido diferente al que yo vi en Alcalá contra un rival que no pierde en El Val desde septiembre. Por algo será. Ayer el Dépor ató en corto a Jacobo y a Miguel Ramos, desquició a Joselu, borró a Mateo. Hay quien puede pensar que esto es fácil pero estos tíos le hicieron tres al Leganés y otros tres al Getafe B hace nada.

Nos faltaron goles. Nada más. El resto, sobresaliente. Mereció la pena un viaje tan largo en el que me acompañaron mis extraños ojos con los que veo del revés. A otros les acompañaron los suyos, con los que vieron aburrimiento y frustración. Pues vale.

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