lunes, 14 de marzo de 2011

Matador

Así, sí, Juanjo. Así, sí. Es el mejor resumen que se puede hacer del partido que el Dépor jugó y ganó contra el Montañeros en ese campo de La Coruña que tanto recordaba al de La Esperanza, cambiando la tierra abollada por el césped artificial. Al igual que le critiqué contra el Vecindario porque jugó bien pero falló lo que no se puede fallar, ayer Juanjo estuvo espectacular en todo y aunque fue Aníbal el que heredó la costumbre de nuestro 9 de errar a puerta vacía o semivacía, el Dépor ganó porque Juanjo estuvo sobresaliente, con dos goles y una asistencia que definen perfectamente su aportación a la victoria, además de muchos otros detalles que hoy merecen un aplauso de los de romperse las palmas.


Durante toda la temporada, Juanjo me ha parecido un jugador muy valioso pero excesivamente fallón en el remate. Valioso porque es un gran trabajador y porque participa mucho en el juego de ataque. Disputa todos los balones aéreos que le caen, juega bien de espaldas, tiene un regate aceptable y aporta visión de juego, desatascando algunas jugadas tanto en la banda como en el centro. A pesar de estos méritos no hay que olvidar que Terrazas exprime el físico de los jugadores obligándoles a taponar cada salida del balón y eso es algo que acaba minando las fuerzas según avanza el partido.

Si a todo eso le sumas que no tiene recambio, tienes a un jugador cargado de minutos y obligado a multiplicarse cada vez que se viste de corto. Tal vez no he valorado en su justa medida estas circunstancias cuando le he criticado, principalmente porque una parte de la "culpa" de que no tire a puerta con la suficiente confianza quizá haya que atribuírsela a un esquema de juego muy exigente con la preparación física de cualquier futbolista del equipo, al que se le pide un prolongado sacrificio en el campo (algo que posiblemente también explique el duradero dique seco que sufren Cuesta y Míchel).

Ya en el partido contra el Vecindario, Juanjo sirvió dos de los tres goles del Dépor y cuajó un partido bastante completo, aunque su actuación quedó deslucida porque un delantero no puede fallar los mano a mano a pares. Ahora se mete en el quinto lugar en la tabla de goleadores del grupo y lo hace ejerciendo de 9. En el primero le ganó el salto a uno de los centrales del Montañeros como hacen los buenos saltadores, cargando ligeramente el antebrazo sobre el hombro de su defensor y rematando pegado al palo, abajo, donde el portero no puede llegar nunca porque no puede estar a setas y a rolex, vigilando arriba y vigilando abajo.

De los tres goles que marcó el Dépor ayer me quedo con éste porque es el que abre el marcador y porque es un gol de delantero centro puro, algo que no es Juanjo porque uno no puede estar dando el pase y rematando al mismo tiempo. Los diez goles que lleva a falta de nueve jornadas le sitúan con todas las papeletas de convertirse en el jugador deportivista que más goles ha hecho en una sóla temporada en Segunda B. Es muy difícil que vaya a llegar a los 21 de la temporada pasada en el Villanovense pero ya lleva uno más que el mítico Souto (no olvidemos que se perdió muchas jornadas por lesión) y los 10 de Alaín Arroyo y Alejandro Suárez, hasta ahora nuestros delanteros más inspirados desde que estamos en esta categoría.

Juanjo, ayer sí, fue lo que es siempre y encima remató con acierto. Tal vez pidamos demasiado a veces a los jugadores. Queremos que sean el niño en el bautizo, el novio en la boda y el muerto en el entierro, y todo ello en Segunda B. En cualquier caso, me alegro si eso le ha espoleado de manera remota a hacer el partidazo que hizo ayer en Coruña. Me gustó verle celebrar el primer gol con un gesto de mala uva parecido a aquel rabioso "me lo merezco" de Míchel en Italia contra Korea, similar al que hacen los toreros cuando han clavado la espada en el sitio. Intuyo que ese salto le sirvió a Juanjo para darse cuenta de que puede ejercer de un eficaz 9 si se lo propone. A veces basta con creérselo.

Además del rutilante Juanjo, el Dépor hizo ayer un partido que el marcador refleja con justicia. Por poner un pero, hubo un fallo de Aníbal en un contragolpe con el 1-2 en el marcador que debió haberse materializado para evitar posibles apuros de última hora. El resto fue un partidazo redondo en todos los sentidos, con la defensa tan segura como suele últimamente, Soria bregando con la solvencia marca de la casa en el centro del campo, Nico aportando imaginación y clarividencia, sobre todo en la segunda parte, Iván Moreno y Ernesto muy activos todo el tiempo y pateando más terreno del acostumbrado y los delanteros combinando y siendo los primeros defensores del Dépor, como le gusta a Terrazas, principalmente porque teníamos enfrente a un rival al que le gusta tener el balón y es capaz de mantenerlo y pasarlo, algo que siempre acaba siendo peligroso por pura insistencia, por pura ley de la probabilidad.

También me gustó el ingreso de Badía en el campo porque sirvió de contrapeso a los dos jóvenes futuros talentos que puso el Montañeros en el césped, Romay y Otero, rápidos y con buena conducción del balón. Badía aportó serenidad, cantando nanas al partido, ayudándolo a morir con el 1-3, alejando el infarto de nuestros corazones.

En resumen, otra buena actuación colectiva del equipo y del entrenador, que suplió a Oya con Nico apostando por la creatividad en lugar de confirmar nuestras sospechas y hacerlo por la destrucción. Llevamos una sola derrota en tres meses y solamente nos quedan dos partidos contra rivales directos fuera del Escartín (Rayo B y Celta B).

Está en nuestras manos pero, por lo que más quieras Juanjo, sigue así. Así, sí. Matando. Y no creas que no sabes hacerlo porque lo hiciste ayer y esto es como montar en bicicleta, no se olvida.

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