lunes, 2 de mayo de 2011

El clásico que quiero ver

Alves fotografiado el miércoles en las inmediaciones del Bernabeu
Modestamente, y si no es mucho pedir, yo querría ver un clásico en el que los futbolistas no pidan al árbitro tarjetas cada vez que les hacen una falta, en el que no se tiren cabezas de cochino al césped, en el que los recogepelotas no arrojen seis balones a la vez al terreno de juego, en el que una patadita no cause el mismo dolor que un cáncer terminal de hígado, en el que no se formen tumultos de más de dos personas alrededor de un tipo que yace en el suelo, en el que un lesionado no salte de la camilla como liebre delante de galgo cuando se estaba retorciendo de una posible rotura de ligamento cruzado, en el que los entrenadores hablen de fútbol y no repliquen al que no lo hace, tras el que los clubes no se chiven mutuamente a mamá UEFA de lo malo que es el otro, en el que el túnel de vestuarios no sea un tatami, en el que los compañeros y amigos de selección no se levanten la mano ni se hagan muecas obscenas, en el que el ganador sepa ganar y el perdedor perder, en el que no se hable del árbitro ni se conozca siquiera su nombre, en el que las tarjetas sean producto del juego y no del momento de partido o de los antecedentes penales de los futbolistas, en el que el árbitro vea lo que tiene que ver sin reparar en efectos colaterales, en el que las aficiones se respeten mutuamente en foros y redes sociales, en el que no se interprete el partido como una extensión de la política, en el que los periódicos cuenten lo que han visto en lugar de querer agradar a sus subjetivos lectores, en el que el juego sea más importante que los ataques agudos de egolatría, en el que se capture a los tramposos y se castigue a los idiotas...

Yo lo que quiero ver es un partido de fútbol y no la mierda que vi en la ida.

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