lunes, 2 de mayo de 2011

Un pudrechampanes

¿Qué hiciste, Bruno?
El hombre de la foto es Bruno Miguel Guerreiro Costa, portero suplente del Badajoz desde que debutase en la primera jornada contra el Getafe B y le metieran cuatro goles en el Nuevo Vivero. A partir de entonces, el portero titular del Badajoz pasó a ser Mikel Pagola y Bruno no volvió a jugar ni un solo minuto. Hasta anoche contra el Castilla. El Dépor ayer jugaba dos partidos. El suyo, que resolvió con oficio endonsándole un 4-0 al descendido Extremadura que se quedó con diez antes de bajar del bus, y el que disputaba a las 21,30 horas en Badajoz el Real Madrid Castilla.
Pagola había visto su quinta amarilla en Vallecas en la jornada anterior en el mismo minuto en el que el Badajoz perdió el partido por 2-1. Supongo que protestaría la posición de algún jugador... Esas cosas que suelen hacer los futbolistas y que de nada sirven.


En ese momento no cayó en que se perdería el partido crucial en el que su equipo podía haber asegurado la permanencia contra el Castilla, rival de altura que se encontró con la suerte de tener a Bruno bajo los palos anoche.

Nada más comenzar el partido, despejó un balón hacia el área chica y el tiburón Joselu lo empujó a la red. Afortunadamente, una jueza de línea de visión milimétrica anuló el gol por fuera de juego previo del rematador, uno de esos banderazos que se señalan por la punta de una nariz. El gol no subió pero el detalle quedó ahí. Después, Bruno se hizo una palomita a mano cambiada tras un tiro de Juanfran desde la derecha y uno de los comentaristas de Marca TV dijo que le había multiplicado la confianza perdida en el gol anulado por diez. Menos mal que así fue. De lo contrario el Castilla habría ganado 1-13 ese partido.

Aunque poco pudo hacer en el gol de Joselu que abrió el marcador en el Nuevo Vivero, el partido continuó avanzando y Bruno empezó a dar muestras de irremediable anti-héroe: en otra palomita a un balón que iba claramente fuera y también en una cesión que despejó hacia atrás y que hubiese sido el video más visto en You Tube en toda la historia de no ser porque no tenía detrás la portería.

A pesar de Bruno, el partido iba empate a uno desde que lo igualó Solano en el minuto 44. Tenía pinta de acabar así porque ninguno de los dos equipos había aprovechado sus opciones en el correcalles de la segunda parte. Pero este hombre estaba predestinado a dejar su sello, lo llevaba escrito en la frente. En el minuto 84, Sarabia sacó una falta cerca de la frontal. La pegó mal. Baja. Dio en un jugador y se coló mansamente por el palo izquierdo del cáncer-bero, que miraba el balón con pasividad, como pidiendo un capote torero para acompañarlo en su lento caminar al fondo de la portería en uno de los contrapiés más lentos que se puedan ver en una vida.

El Castilla se encontró ayer a un rival duro de pelar que tuvo el infortunio de tener a este portugués bajo los palos mandando señales de nerviosismo a sus defensas todo el partido. La mala suerte quiso que ayer el Dépor no certificara en Badajoz sus seguras opciones de ser definitivamente segundo.

A eso de las 11 de la noche yo estaba descorchando una botella para brindar por los dos puntos de ventaja a los merenguines, distancia que hubiese permitido el "desliz" de un empate en Pontevedra. Sin embargo, todos los deportes aconsejan esperar siempre hasta el final. Carlos Sainz perdió un mundial de rallyes a unos metros de la línea de meta por un mal calentón. Anoche, el Badajoz no tenía a Pagola. Tenía a Bruno, uno de esos tipos que consiguen que el champán recién comprado acabe cubierto de telarañas en una nevera bajo los yogures Yoplait y la leche LEGU. Un pudrechampanes como la copa un pino.

Ese portero prácticamente nos ha condenado a ganar en El Pasarón para salvar la segunda plaza. Al Castilla le quedan dos rivales que no pintan ya nada en la tabla: Rayo B en Valdebebas y Getafe B fuera en la última jornada. Lo normal es que no pinche porque tiene buen equipo, juega al fútbol y se enfrenta a rivales de adorno. Su momento para resbalar era anoche, en Badajoz, porque los pacenses tienen dos buenos centrales (Aloisio y Solano), un lateral zurdo decente -Grillé- (el otro era de pega -Parada-) a Curro llevando con criterio la manija, a Tete y Cajoto para abrir cajas fuertes y al menguante Amido para aguantar el balón y dar saltos. Una buena columna vertebral que se vuelve arena cuando tienes tu suerte en los nerviosos guantes de un tal Bruno.

Ahora nos toca luchar a muerte para ganar en Pontevedra contra un equipo que saldrá a apurar su última opción de salvar la categoría. Para nosotros, también hay mucho en juego. Tanto como mantener el factor campo en la primera eliminatoria del play off y muy posiblemente en la segunda. Todo gracias a un guardameta inseguro que jugaba su segundo partido de la temporada y que quizá no tenga más oportunidades después de encajar siete goles en 180 minutos. Nos fue a tocar la lotería con él. Habríamos tenido margen. Ya no.

3 comentarios:

  1. Bruno, de profesión portero2 de mayo de 2011, 16:47

    Estoy indignado ante semejante sarta de embustes. Soy un portero de acreditada categoría. Los goles que tuve la mala suerte de encajar anoche eran imparables:
    El primero potentísimo tiro cruzado a menos de metro y medio de distancia del que suscribe. No pude sino acompañar el balón con mirada y pensamiento suplicantes (que no entre, que lo desvíe la brisa pacense y se estrelle en el palo...)
    El segundo una falta lanzada con toda la intención del mundo por el zurdo de oro del fútbol español (Sarabia). No la tiró a la escuadra a quitar las telarañas como haría cualquier futbolista del montón. La tiró con saña y mala fe, para pegar en uno de la barrera y que de ese modo se envenenase la bola con un efecto letal. Tras dos botes en el rapidísimo cesped de Badajoz, los cuales se produjeron a escasos 10 metros de mi posición bajo palos, el balón cual alocado jabulani se coló a velocidad de vértigo junto al palo contrario al que, media hora antes me había lanzado para detener la falta. Otra vez nada que hacer salvo lamentar mi mala sombra.
    El tercero fue estratosférico. La coge Morata practicamente en el campo de entrenamiento que se halla a 100 metros del Nuevo Vivero. Yo apenas tengo tiempo para reaccionar pues la jugada dura escasos tres minutos. No le veo venir, no logro ubicar bien la portería al tener que recorrer en el breve lapso de tiempo indicado y marcha atrás los casi insalvables 3 metros que me separaban del arco. Cuando Morata me encara procuro tapar mi palo (me lo han enseñado así desde prebenjamines allí en Portugal mi bella tierra). Tanto lo tapé que el malintencionado delantero con un toque imposible y sutil colocó el esférico en el otro palo, ese que no me enseñaron a tapar. Además para mi que las porterías en España miden más de los 3,05 mts de ancho reglamentarios en mi país de origen. En fin, nada que hacer.
    Espero haber aclarado con mis comentarios la realidad que el tal Kilgore ha intentado adulterar con su tendencioso y sesgado artículo. Es evidente que estaba cegado por la pasión de sus colores. No le guardo rencor y quiero aprovechar esta ocasión para ofrecer mis servicios al CD Guadalajara, que parece andar escaso de porteros de calidad, tal y como demuestra las goleadas encajadas durante la temporada.
    Atentamente,
    Bruno

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  2. Bruno, portero del Badajoz2 de mayo de 2011, 18:26

    Infame el artículo publicado por Kilgore. Una sarta de mentiras infundadas que ponen en duda mi calidad bajo palos. Paso a comentar la realidad de los tres goles que tuve la mala suerte de encajar anoche en el partido contra el Castilla:
    El primer gol inapelable, imparable. Tremendo disparo cruzado de Joselu a bocajarro (escaso metro y medio de distancia) que hizo inútil mi oración desesperada (por favor, que la brisa pacense empuje el balón contra el palo y vuelva mansamente a mis manos). Nada que hacer
    El segundo, una falta magistral lanzada por el zurdo de oro del fútbol español, D. Pablo Sarabia. Y no la tiro como lo hubiera hecho cualquier futbolista del montón, es decir, a quitar las telarañas de la escuadra. Qué va, la tiro con maestría y mala fe buscando el rebote de billar francés en un componente de la nutrida barrera. Este hecho unido el efecto endiablado que cogió el esférico provocó que éste, cual alocado Jabulani mundialista, cambiara la trayectoria, diera dos terribles botes a escasos 15 metros el primero y 10 metros el segundo de la portería, para finalmente alojarse como una auténtica bala de Cetme junto al palo que acabé por besar. Este desafío a todas las leyes físicas y químicas de la naturaleza hizo inútil mi reacción felina (en un tiempo record de 4,7 segundos) y posterior estirada. Otra vez nada que hacer .
    El tercero inapelable. Coge la bola la locomotora blanca (Morata) practicamente en el campo de entrenamiento aledaño al Nuevo Vivero. Como una centella y en galopada sin tino enfila mi portería. Practicamente no me da tiempo a reaccionar pues tengo escasos tres minutos para tomar decisiones vitales para mi equipo (con lo que nos estamos jugando). Para más Inri, tengo que recuperar posición bajo palos corriendo hacia atrás en un abrir y cerrar de ojos. Tal y como me enseñaron en mi tierra desde categoría prebenjamín, decido tapar mi palo. Lo hago con tanto celo que me olvido completamente de que la portería tiene dos y que la distancia entre ambos es considerable (sospecho que en España esta distancia es muy superior a los 3,05 mts que marca el reglamento en Portugal). Cuando Morata me encara sigo en mi palo, de ahí no me iba a mover tan facilmente, que luego todo son críticas. Para sorpresa mía y consternación del respetable el delantero blanco (o negro, no lo recuerdo muy bien) se para durante unos eternos 5 segundos, levanta la cabeza, saluda a público, rivales y compañeros, baila un zapateado y dos sevillanas pues estamos en feria de abril y finalmente toma una decisión a todas luces antideportiva: lanzar el balón con rosca endiablada al palo que no me enseñaron a cubrir. Y otra vez nada que hacer.
    Esto es lo que ocurrió anoche en realidad. Señor Kilgore, le agradecería una rectificación o al menos un reconocimiento de mis indudables méritos. Tres goles imparables, por no hablar del topo que asomó la cabeza cambiando el balón de trayectoria en la cesión que Ud. ha también ha comentado de manera sesgada en su arítulo. O el paradón que hice, y que no pude bloquear debido a la potencia y colocación del chut, en el disparo lejano que ya se colaba por la escuadra y que Ud. de un plumazo desplaza tres metros fuera de la portería.
    Espero de su buen criterio atienda mis ruegos. No quiero terminar sin aprovehcar la ocasión para demostrar que no le guardo ningún rencor ni a Ud. ni al equipo cuyos colores le han cegado el raciocinio. Por ello desde estas líneas ofrezco mis servicios al CD Guadalajara al que es evidente que le es necesario como el comer un guardamente de categoría como yo. No hay más que ver los sacos de goles que encajan en contra jornada tras jornada.

    Atentamente,
    Bruno, portero del Badajoz

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  3. Tras leer su escrito de rectificación, no puedo por menos que pedirle disculpas por mi distorsionada visión del partido, lo que sin duda se debe a que estaba más atento a los preparativos de la cena que al fútbol.
    Es más, no me explico que Portugal no le haya convocado a usted aún para su selección nacional absoluta. Se trata de una verdadera injusticia que sin duda deberían reparar. Ganarían enormemente en seguimiento televisivo a juzgar por la emoción que imprime usted a cada una de sus intervenciones.
    Ahora veo que es usted un portero de leyenda, un mito, una quimera, una ficción, una alucinación. Tendrían que exhibirlo de feria en feria.

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