miércoles, 21 de septiembre de 2011

40 minutos en la cima y unos marcos Bild sin vender

Cuarenta minutos estuvo el Dépor como Edurne Pasabán, en la cima de la Segunda división. Así se lo contaré a mis nietos algún día, salvo que con el tiempo quede como una anécdota porque hayamos sido capaces de subir otros ochomiles. Sucedió un domingo de Ferias, el 18 de septiembre de 2011 entre las 9:03 y las 9:43 aproximadamente, desde que Ryan Harper marcó su primer gol con la morada (el 1-2) hasta que el Villarreal B nos marcó el del empate al borde mismo del descuento. Fue al mismo tiempo que España ganaba su segundo oro europeo en baloncesto y el Real Madrid perdía contra todo pronóstico frente al Levante en el Ciudad de Valencia, anunciando que la liga de dos podría ser la liga de uno.


La acumulación de eventos deportivos entre las ocho y las diez obligó a buscar un bar comprometido con el Dépor, dispuesto al sacrilegio de no poner el partido de la postgaláctica tropa de Mourinho. Desde el sábado por la noche sabíamos que el Dépor se jugaba el liderato en las cadenas de pago, pero ni por esas.

Nuevamente descubrimos que “Wadalahar is different”. Muchos bares continúan erre que erre, cubiertos por el manto blanco de una clientela que entre un hecho histórico y un partido del montón eligen Real Madrid. Verdaderamente, a mí lo que me pesaba era no ver el oro de los chicos de Scariolo, uno de los dos italianos que no evitarías al clavar la sombrilla en la playa. Pero tenía claras mis prioridades. No fui el único. Alrededor de una docena de personas nos dimos cita en un bar para contemplar esos 40 minutos gloriosos que no quedan registrados en ningún papel, que pudieron ser 10.080 si no se nos hubiera escurrido la victoria entre los dedos, que habrían podido ser 20.160 ganando al Cartagena en el Escartín el sábado.

Permitidme la blasfemia pero creo que la culpa la tuvo, sin que sirva de precedente, Terrazas. Tras el 1-3 (minuto 61) intuí, por las cualidades del contrario y por nuestra preocupante tendencia al desmayo físico, que pasaríamos dificultades. Sin embargo no hizo lo que todos teníamos en la cabeza. Olvidarnos durante esa media hora de nuestra personalidad futbolística, la que ha creado él mismo, y apostar por un once contra diez cerrado, plantando un perfecto árbol de contención tras cambiar a uno de los puntas y tratando de hacer daño con algún contragolpe del escocés en plan llanero solitario, pero sobre todo sin dejar espacios a un rival que te funde a la carrera.

Mi teoría es que Terrazas pecó de avaricioso. Ganar y arrollar. Percibió que con el 1-3 y el mini submarino amarillo en inferioridad ampliaríamos aún más el marcador con ese goteo machacón que nos hizo célebres la temporada pasada. Pero se pasó de frenada. Teníamos a la vista la puerta grande y quiso atravesarla con cuatro orejas y dos rabos. Nos sobraron los dos rabos, justamente los que nos colocaron Fofo y Joselu. Incluso pudo haber hecho ese tercer cambio de contención con el 2-3, a falta de 22 interminables minutos para el final, pero no lo hizo.

Por eso yo ahora no puedo recortar la clasificación del As, del Marca, del Nueva Alcarria, de El País, del ABC, de El Mundo, del Adelantado de Segovia y del New York Times como hubiera sido mi deseo y llevarlas todas pegadas en una cartulina para que me las enmarcasen en Arte Ges o, mejor aún, adquirir en IKEA el marco Bild de 30 x 40 y conservarlo toda la vida en una pared de mi casa. Y tal vez otro para poner al lado la cara del genio de Vizcaya con el torso de la perfecta Gioconda de Da Vinci, el otro italiano del que no huiría como de la peste en un arenal levantino.

Además, no creo en absoluto que Terrazas subestimase la idea del liderato como ha querido hacernos creer en sus declaraciones posteriores. Vale demasiado. Se canjea por respeto para el recién llegado, titulares, minutos de televisión, reportajes, publicidad gratuita, cuidado arbitral, interés en suma. Vale aquello de “El sorprendente líder en solitario de la liga Adelante, el Deportivo Guadalajara, se enfrenta esta tarde al Cartagena y bla, bla, bla”. Vale la curiosidad por la propia figura de Terrazas como padre del milagro de este equipo. Quizá muchos miles de euros. Y él lo sabe porque este tipo de detalles son los que hacen que perdure el nombre de un entrenador, que se asome a ese hermético olimpo. El domingo ya lo sabía. Por eso no quiso afear ese liderato, obtenerlo defendiéndose como gato panza arriba contra diez chavalotes todavía verdes de un filial amarillo. Quiso hacerlo demostrando que su sistema es impermeable, implacable, eficaz como el teflón de una sartén. Apostó por adornarse en la consecución del premio y se quedó sin él.

Es más, desde el banquillo, Terrazas también le daba vueltas a si está más cerca el IKEA de Vallecas o el de San Sebastián de los Reyes para ir el lunes a comprar su marco Bild de 30 x 40. Sabe, como yo, que quizá no tengamos otra ocasión y ojala me equivoque. Porque no se han escapado dos puntos para nuestra liga, no, aunque también. Se ha escapado mucho más. La oportunidad de vivir otro momento irrepetible en nuestra minimalista historia balompédica. La ocasión de sacar pecho en todos los canales nacionales de televisión, en foros, redes sociales y frente a esa cohorte de paisanos que eligieron el bar donde televisaban al Madrid.

Cierto es (lo dije y lo repito) que quizá no convenía destacar demasiado y otorgar por ahora el puesto de equipo revelación al Sabadell. Es útil porque espanta un poco a los cazatalentos, los que vienen con el cheque en una mano y el Cohíba en la otra a llevarse a los ernestos en el maletero del BMW serie 7 durante el invierno. Pero no es menos cierto que cuando te la ponen como a Felipe II no debes dejar que vuele por muy pronto que parezca.

Era la quinta jornada de liga, la cuarta real por la huelga, e IKEA ha dejado de vender no menos de tres marcos Bild, los dos míos y el de Terrazas, porque sólo pudimos permanecer un rato en la cima antes del alud. Mis nietos se tendrán que contentar algún día con esta sucedánea historia del pudo haber sido y no fue, aunque yo hubiera preferido contarles que el domingo 18 de septiembre de 2011, último día de Ferias, me fui a ver los fuegos artificiales más contento que unas pascuas siendo líder de Segunda y Campeón de Europa de baloncesto y que me pareció que los cohetes explotaban en honor al Dépor y a un italiano de cabeza relamida, y que en aquellas calles a medio hacer de Aguas Vivas ondeaban centenares de banderas moradas coreando a un escocés que se estrenó marcando en Villarreal con el Dépor, un tal Harper.

-No me lo creo, abuelo.
-Mira ese marco de la pared y verás que no me lo invento. Es un Bild de 30 x 40, a cinco euros la unidad.
-Vaya mierda, abuelo. Podías haber puesto un marco más valioso.
-Pues vas a tener razón ¡Jodío niño!

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