viernes, 4 de noviembre de 2011

Aventuras a la vista



Puede que os tenga saturados el tema Tintín, la prometedora versión de Steven Spielberg. A mí, no. Me confieso gran admirador de ambos aunque no pueda entender que un adolescente huérfano tenga que trabajar para ganarse la vida en un país occidental, pero eso es otro tema del que habría que preguntar a Hergé, como de otras muchas dudas razonables que despierta su obra. Ríos de tinta han corrido sobre el desamparo (¡¡en Suecia!!) de Pippi Calzaslargas pero ¿En qué andaban pensando también los servicios sociales belgas para abandonar a este chaval a su suerte, rodeado siempre de peligros y malhechores, viajando por todo el planeta sin que ninguna azafata se interese por el adulto que le acompaña o reclame el permiso firmado por el tutor legal? Vale que le acompaña el capitán Haddock, pero no olvidemos que es un borracho ocioso, malhablado y pendenciero, seguramente pensionista prematuro por una dolencia hepática autoinducida. Gran ejemplo para alguien que sale de la pubertad, sí señor.
¿Iré a verla? Por supuesto. No conozco a nadie en su sano juicio que no reconozca que nuestra vida es mejor gracias a Spielberg. ¿Acaso no iríamos por ahí diseccionando alienígenas vivos si no fuese por ET?¿Es que no nos pasaríamos el día haciendo peinetas a los camioneros de no haber visto "El diablo sobre ruedas"?¿Tomaríamos precauciones en las peligrosas playas de Levante de no acordarnos de "Tiburón"?¿Llevaríamos sombrero de no ser por Indiana Jones?¿Trataríamos bien a nuestra aspiradora si nunca se hubiese rodado "Inteligencia Artificial"? Sí, amigos, sí. Spielberg cambió nuestra forma de ver muchas cosas. Creedme. En cuanto pueda, volveré a darle siete pavos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario