viernes, 17 de junio de 2011

El otro play off

Héroes o villanos. Depende de dónde se haga la pregunta
Carlos Pouso Lejonagoitia (sí, no he escrito el apellido aporreando las teclas al azar), 50 años, vasco de Lejona (Vizcaya). Carlos Terrazas Sánchez, 49 años, también vasco, también de Vizcaya, pero del mismo Bilbao. Duelo de superhéroes en los banquillos para decidir cuál de los dos asciende a Segunda División, un territorio en deuda con ambos porque en aquel lugar ambos fueron villanos, en el mismo lugar pero en diferente momento, como en una realidad paralela. El día 26, una ciudad castellana alcanzará una cumbre en la que nunca estuvo para desgracia de la otra. Pero además, uno de dos entrenadores, paisanos y casi coetáneos, podrá reparar su particular deuda con la historia, una historia en la que aparece una piedra en la que tropezaron los dos. Hay un segundo play off en esta final, el de Terrazas versus Pouso, dos aspirantes para una única tirita que sólo puede tapar una herida.

Si el Guadalajara y el Mirandés están donde están se lo deben en parte a entrenadores que saben sacar petróleo de sus plantillas y que diseñan sobre el césped un fútbol de características muy similares: presión, contención, escudo antimisiles alrededor del portero, pegada rápida y a otra cosa, mariposa. Solidez, desgaste físico, acero para barcos, empeño obsesivo por no encajar goles, máxima concentración de los futbolistas.

Esas similitudes de estilo son perceptibles en la temporada que han hecho ambos conjuntos, con números casi calcados tanto en puntos como en goles a favor, goles en contra y buen rendimiento en campo ajeno. Alguien diría que Dépor y Mirandés están construidos partiendo de un mismo gen. Ahora queda dilucidar cuál es el original, el dominante. Restan dos partidos. Cara o cruz. Ascender o quedarse.

Aunque Terrazas tenga una carrera más prolongada y mucha más experiencia en fases de ascenso (según la información que he encontrado, Pouso se estrena en estas lides), las similitudes de ambos no se quedan en la concepción del juego. Hay un apeadero coincidente en el viaje de ambos técnicos: Eibar, una estación que para los dos fue amarga y fugaz. Subir y bajar al tren. Da la impresión de que ese lugar, ese club, detuvo el tiempo en las aspiraciones de dos entrenadores que quisieron instalarse en Segunda y no pudieron. Ahora, los dos ven en este cruce otra oportunidad, la bala de plata que queda en la recámara. Incluso puede que la última.

Tras muchos años rodando por el fútbol regional vasco compatibilizándolo con su trabajo en unos astilleros, Pouso inició su andadura en Segunda B en el Sestao River, con el que fue quinto en la temporada 2006-2007 con una racha de ocho victorias consecutivas a mediados de temporada, su mayor logro hasta que recaló en Miranda de Ebro. En aquel equipo jugaba Alaín, que marcó 6 goles esa campaña pero no renovó (se marchó al Lemona). Al año siguiente, Pouso repitió en el Sestao. Nos visitó en la jornada 9 y ganamos por 1-0 con Falete en el banquillo. Hizo una buena primera vuelta y se desinfló en la segunda, quedando finalmente décimo. En la jornada 28 empatamos a 2 en Las Llanas. En aquel Sestao jugó Gaizka Toquero, ahora en el Athletic de Bilbao, con 23 añitos. Marcó cinco goles y se marchó después al Eibar a Segunda de la mano del propio Pouso. Desde allí, Toquero aprovechó su oportunidad y dio el salto del león. Su entrenador se quedó en el camino.

La carrera de Pouso en Segunda División duró 27 jornadas, cuando le sustituyó Jesús Uribesalgo sin que el club se pudiese salvar del descenso tras 18 temporadas consecutivas en plata pese a contar con algún que otro jugador valioso como el propio Toquero o un veterano Aitor López Rekarte. Pouso dejó al equipo antepenúltimo a falta de quince jornadas. Al final, el equipo sería penúltimo.

Su siguiente estación fue Guijuelo. Cogió al equipo jamonero la temporada pasada en la jornada 23 en 16ª plaza, y aunque inició una tímida remontada, volvería a ocupar esa misma posición al acabar el campeonato. En la plantilla, algún viejo conocido nuestro como el meta Montero (ex del Dépor) o Neftalí (ex del Conquense). También el ex de primera división David Karanka, ya talludito, el joven delantero Ubis, ahora en el Mirandés (9 goles en la temporada). También tuvo en la plantilla al portero Wilfred, ahora titular también en nuestro rival en esta final.

La trayectoria de Pouso en Segunda y Segunda B no es demasiado larga. Tampoco se puede decir que brillante. Sin embargo, el trabajo realizado esta temporada en Miranda de Ebro con un equipo que ascendió hace dos campañas y que el año pasado acabó 13º da que pensar sobre el potencial de este entrenador cuando dispone de una plantilla competitiva, a su gusto. Ahora, se enfrenta a su oportunidad de resarcirse de la resaca del Eibar. Igual que su oponente, Terrazas.

De Terrazas ¿Qué os voy a contar a estas alturas que no sepáis? Ha jugado unos 700 ascensos y ya sabe lo que es ascender a Segunda. Casi siempre ha dejado un grato recuerdo entre las aficiones de los clubes por los que ha pasado. Su lunar, el Eibar. Por allí pasó en la temporada 2005-2006, tres años antes que Pouso pese a ser un año más joven. Duró 18 jornadas. El desenlace fue idéntico.

Dimitió tras una derrota por 0-3 en Ipurúa dejándolo en la posición 21, en descenso después de casi dos décadas consecutivas en Segunda. Dos entrenadores más tuvo el Eibar aquella campaña. Su sucesor fue Roberto Olabe. Estuvo 11 jornadas y dejó al equipo 22º y último, el mismo lugar que ocuparía en el amargo final, un descenso que firmó Javier Pérez y que venía precedido del récord nacional de permanencia continuada en la división de plata: nada menos que 18 años.

Tres técnicos en una temporada y ni un atisbo de reacción desprende un aroma a plantilla floja. No obstante, la verruga de Terrazas está ahí. Para siempre. En el mismo lugar que la de Pouso con su historia gemela y paralela. El bilbaíno estuvo en el origen de aquel histórico naufragio, y aunque siempre quede la duda de lo que habría sucedido si le hubiesen dejado trabajar hasta el final (es evidente que sus equipos acaban mejor que empiezan), nuestro entrenador tiene ese yunque en su currículum, el de no haberse consolidado en Segunda, sino todo lo contrario, el haber estado en el germen del quiebro del club modesto más estable de España. La misma espina que repetiría Pouso tres años después en las primeras 27 jornada de competición, la campaña (2008-2009) en la que el Eibar volvió a descender. Pouso siguió los pasos de Terrazas y abrió el telón del segundo y, por ahora, definitivo descenso del equipo armero a Segunda B. Al mismo tiempo él veía truncada su posibilidad de consolidarse en la antesala del fútbol de elite.

Al leer esta secuencia, uno tiene la impresión de que si el fútbol les debe a ambos una segunda oportunidad, y que Terrazas va primero. De hecho, el técnico morado ya había conseguido unos años antes el ascenso a Segunda con el Burgos. Sorprendentemente no continuó. Se refugió en Lezama, su casa, hasta que le llegó la ocasión fallida del Eibar. Puede que porque este hombre tiene pinta de ser de los que no comen si los cubiertos no están alineados a 90 grados exactos del borde de la mesa. Ni 89 ni 91, sino 90.

Este domingo, ambos entrenadores inician su play off particular, la otra eliminatoria. La de la repetición de las jugadas más interesantes de una vida en el banquillo de equipos humildes, el de desclavarse la estaca de Eibar, que les cruza a ambos el costado como el pecho de un vampiro. Están ahí, esperando el tren en el andén. Puede que el último antes del cierre de la estación. Quién sabe. Podrían no verse en otra.

Hay dos ciudades que nunca han jugado en Segunda y dos entrenadores que sí lo han hecho, pero con renglones torcidos. Y los dos los quieren enderezar. ¿Es bonito el fútbol o no?

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