lunes, 24 de octubre de 2011

Con que A y B

Machín, matemático vocacional

Me soplan el otro día por la calle que Terrazas está molesto con el entrenador de nuestro próximo rival (Numancia), el soriano Pablo Machín, por unas presuntas declaraciones realizadas en vísperas de la primera jornada de liga, la que quedó aplazada por la huelga y que jugaremos pasado mañana. En ellas, Machín habría dicho que su equipo tenía un 110 % de probabilidades de ganar el encuentro en aquel momento, cosa a todas luces revolucionaria que podría torcer irremisiblemente las órbitas planetarias del Sistema Solar y obligar a andarse con mucho ojo en Cabo Cañaveral al calcular la trayectoria de los cohetes.

Lo cierto es que yo no he sido capaz de encontrar en internet tales declaraciones y sí unas mucho más suaves y taimadas en El Heraldo de Soria el 20 de agosto. En ellas, el míster soriano afirma textualmente lo siguiente: «El parón trastoca nuestros planes de forma rotunda. La planificación estaba prevista para comenzar este fin de semana. Además, por lo que hemos podido ver de nuestro rival, el Guadalajara, pensamos, aunque en esto del fútbol no se puede hablar con total certeza, que tenían una preparación y estaban esperando a nuevas incorporaciones. Por los vídeos vistos, creíamos que nos podíamos aprovechar de esa inexperiencia del rival en la categoría. Para nosotros trastoca, probablemente, el calendario y será negativo. No es ninguna excusa porque tenemos que jugar contra todos, pero no es lo mismo jugar primero contra unos que contra otros» (ver link completo).

Pasando por alto estas declaraciones atenuantes y si nos ceñimos a la infinitamente más interesante teoría del 110 % de probabilidades de victoria, estaríamos ante una reinvención en toda regla de toda la matemática conocida, desde los patanes Euclides y Fibonacci hasta el borderline Einstein, sin olvidar al torpón de Descartes. Con ella, el genio Machín podría haber hecho añicos la doctrina de las probabilidades, que se instala en el saber humano como ciencia allá por el siglo XVII gracias a la aportación conjunta de otro par de zotes, Pierre de Fermat y Blaise Pascal.

Nada, desde los ábacos hasta las fiables calculadoras Texas Instruments o sus erráticas hermanas chinas con botones que no pulsan, servirá ya para sumar, restar y multiplicar exitosamente, no digamos ya para hallar una derivada. Estamos ante un orden nuevo aritmético en el que los agujeros negros son la luz blanca del túnel y en el que no se borran las figuras en las fotos de Marty McFly en "Regreso al futuro", sino que brotan niños pequeños en ellas aunque no le dé el hostión a Biff Tannen.

Precisamente Fermat es conocido por la formulación de un teorema que tardó 350 años en demostrarse, cosa que sucedió en 1995. O en 2011, depende de si la ciencia acaba aceptando la formulación de Machín y su teoría del 110 % de probabilidad de victoria, que tiene sumamente preocupadas a las firmas de apuestas on line porque ahora podrían resultar saldos en negativo, obligando a los apostadores menos afortunados no ya a no cobrar cuando fallan como sucede ahora, sino a pagar más dinero a la casa de apuestas por su desacierto a fin de amortizar las ganancias de los que van a lo seguro. El señor Bwin está que echa las muelas del juicio, puesto que una probabilidad de victoria de ese calibre no puede abonarse con las apuestas por el otro equipo y su -10 % de posibilidad matemática de vencer. Es el caos. La sociedad occidental amenazada.

Inspirada en el nombre y el teorema del misterioso matemático francés tenemos la película española "La habitación de Fermat" (Luis Piedrahita y Rodrigo Sopeña, 2007), en la que un grupo de brillantes matemáticos es reunido en una casa a las afueras que está donde Cristo dio las tres voces al objeto de resolver un antiguo enigma y, una vez allí, se dan cuenta de que están encerrados en un cuarto con paredes móviles que lo hacen menguar y que pueden morir como ratas si no aligeran en la resolución del misterio. O sea, que uno a veces se cree un genio pero le machacan por intentar demostrarlo.

Recomiendo su revisión estos días. Mientras tanto, voy a formular un teorema que podríamos denominar kilgoriano: que todos los partidos de fútbol comienzan con empate a cero, con lo que las probabilidades iniciales de ambos rivales son del 50 % hasta que se demuestre lo contrario con goles. Me quedo con la frase de Pazos, el esbirro gallego estresado que borda Manuel Manquiña en "Airbag" (Juanma Bajo Ulloa, 1996): "Con que A y B ¿eh?. Con que A y B... Pues ten cuidado no vaya a empezar con la C (y se lleva la mano a los cojones)". Pues eso, menos rollos probabilísticos, señor Machín, y saltemos al campo a dilucidar el teorema de Fermat en un once contra once.

2 comentarios:

  1. Pues me has jodido, Kilgore. Yo llevaba toda la vida pensando que tenía por lo menos el 150% de posibilidades de que me tocara la primitiva y, más recientemente,los euromillones (maldito matrimonio de escoceses que por los pelos me levantó aquellos 120 millones de lauros...) ¿Insinúas que tengo un puta y miserable probabilidad entre siete trillones de que pueda dejar de currar gracias a los juegos de azar? ¿Quieres que coja una depresión de caballo por culpa de un puñado de matemáticos y físicos que llevan criando malvas la leche de años y que ahora, sin como ni porqué tu resucitas por un quítame allá esas pajas? Lo siento Kilgore pero a mí las cuentas sólo me salen si me agarro cual clavo ardiendo a la revisión Machiniana de la Matemática moderna. He dicho.

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  2. A lo mejor esos escoceses son tíos de Ryan Harper... Quita, quita. No interesa. Si mis tíos tuviesen ciento y pico millones iba yo a correr mucho. Pero no en un campo de fútbol, sino para ABRAZARLOS.

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