jueves, 20 de octubre de 2011

De equipo B a equipo A

De izquierda a derecha, el elegante Fénix Ernesto, el coronel John Aníbal Zurdo Smith, el loco Murdock Moreno y el áspero M.A. Soria Baracus

A sugerencia de un buen amigo, reflexiono sobre una de las causas de la campaña más que digna que está haciendo el Dépor en Segunda hasta el momento. Sostiene este amigo que quizá nos esté sorprendiendo el rendimiento de los chicos de Terrazas porque no valoramos lo suficiente a nuestros jugadores, cuando un altísimo porcentaje de ellos estuvo en los equipos B de los grandes clubes españoles antes de acabar recalando en el Dépor por diferentes circunstancias, tales como carreras lanzadas a destiempo, tropezones con jugadores más experimentados que les cortaron el paso, lesiones inoportunas, entrenadores que iban a tiro hecho, etcétera, etcétera.


Sostiene mi amigo (me ha pegado un calentón de oreja inhumano para que escribiera esta entrada) que debemos repasar con esmero su pasado en el fútbol para comprender que no estamos ante un equipo formado de retales de nylon o de futbolistas descartados de empresas mayores por motivos muy fundados, sino que, a imagen de la propia trayectoria profesional de Terrazas (que también rozó pelillo en el Athletic B sin llegar a consumar el coito), hemos ido pescando durante los últimos años en caladeros en los que otros clubes no se arriesgan a tender las redes por temor a equivocarse, entre un amplio cupo de jugadores que no tuvieron la fortuna de otros pero que despuntaron en sus inicios en canteras de mucho, mucho, pero que mucho poderío.

Nuestro Equipo A viene hasta con coronel Aníbal Smith de serie y ha surgido de los Equipos B de toda España. Son gente que acabó en los outlet del mercadeo futbolero pero que componen una buena materia prima si se dan las condiciones adecuadas para extraer todo su potencial y la primera es un entrenador y una afición que los aprecie y confíe en ellos. A veces es mejor reparar un buen juguete roto que comprar un sucedáneo de todo a cien o una falsificación para dar el pego.

Repasando la trayectoria de toda nuestra plantilla, encontramos que Saizar estuvo en la Real Sociedad B, Sanmiguel en el Valencia B, Antonio Moreno en el Atlético de Madrid B (llegó a debutar durante un único minuto en Primera con el A), David Fernández también en el Atlético B y Rayo B, Gaffoor en el Zaragoza B y en el Celta B, Gago en el Athletic de Bilbao B, Barral en el Real Madrid C y en el Levante B, Soria en el Real Madrid C, Víctor Fernández en el Zaragoza B y en el Celta B, Ernesto iba para figura en un Castilla 2005-2006 del que salieron otros jugadores menos cualificados que estuvieron o están en primera (como Arbeloa, Rubén o Balboa), Jony en el Valencia B y en el Villarreal B, Oya en el Atlético de Madrid B, Rodri en el Betis B y en el vagón de cola del Betis, Aníbal en el Valencia B y Ryan Harper en el Betis B.

De todo nuestro plantel de jugadores, la mayoría de los cuales andan en una edad tan buena para este deporte como los 24-28 años, se pueden contar con los dedos de una mano los que no han pasado por la antesala del fútbol elitista. También son escasos los que sí tuvieron la ocasión de competir en los primeros equipos de los grandes clubes españoles (Arriaga, que además de pasar por el Athletic B jugó más de 2.500 minutos en el primer equipo durante tres temporadas, y Jonan García, con 1.300 minutos en el mismo equipo en dos campañas). Los demás tienen ante sí la oportunidad de demostrar que no llegaron por accidentes de la vida y no por sus defectos de fabricación. Ese puntito de resarcimiento puede servir de motivación extra en Segunda división. De momento está valiendo.

Sostiene este amigo mío que, debido a este historial relativamente reciente en el que rozaron la gran púrpura deportiva (no más de cuatro o cinco años por término medio), podemos estar más arriba de lo que pensamos al término de la temporada y que no le sorprende tanto nuestra posición actual en la tabla porque los primeros filiales de los clubes de postín son ya un rellano al alcance de muy pocos privilegiados en esto del fútbol, donde millones de salmones intentan remontar el río pero sólo las unidades más fuertes de la especie llegan a desovar.

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