El original es rosa chicle. Para no herir a los lectores desacostumbrados lo he pasado a morado |
Los sapeurs no pretenden nada, no persiguen nada. Son habitantes de guetos que se tienen a sí mismos por personas pacíficas y elegantes. Para demostrarlo, invierten el poco dinero que tienen en comprar trajes bien cortados y caros zapatos, bastones, pipas, corbatas, guantes, gafas, gemelos, calcetines, tirantes, pañuelos, sombreros... y pasearse altivos entre las chabolas de las embarradas calles de Brazaville o Kinshasa (la SAPE existe en los dos Congos) con aires de dandi y gesto de autosuficiencia, como si les debiera pasta todo el mundo.
A diferencia de otros esclavos de la moda menos interesantes, los sapeurs carecen de cartera o la llevan más bien vacía, a excepción de unos pocos miembros de la Société que sí tienen posibles, como el músico Papa Wemba. Eso, y su clasicismo vistiendo, les aleja de convertirse en patéticos esperpentos, en palurdos capaces de pagar 30 euros en un puesto por una mala imitación china de cualquier complemento y luego combinarla con bermudas y zapatillas deportivas. A la vista está que ellos son cien mil veces más dignos.
Valgan estos pequeños retoques de color en las fotografías para demostrar que el Escartín puede (es más, debe) aumentar la gama de las indumentarias de apoyo al equipo en lugar de limitarnos a la camiseta oficial o suboficial y la bufanda 100 % acrílica. Seguro que si viviera el Mangurrino (también llamado Malacuera) se convertiría gustoso en el primer Sapeur deportivista.
Chaqueta y sombrero morados. Impagable bajar así vestido al Escartín |
Veo que El País Semanal da para mucho... Si crea la sucursal, cuente conmigo... Un abrazo.
ResponderEliminarCapitán Willard.