miércoles, 8 de diciembre de 2010

Terapia contra la Xantofobia 2: nos vamos de viaje a Amarillo (Texas)

Faemino está colaborando con Dporvida a superar su xantofobia de grado tres. El entrenador morado se ha prestado a viajar con nosotros a la ciudad de Amarillo (Texas - USA) a gastos pagados, claro. "Una cosa es que quiera superar mi miedo y otra que sea gilipollas", dijo cuando le propusimos compartir costes. El viaje ha merecido la pena. Gracias a la voluntad del entrenador vizcaíno por vencer su miedo a este color, juntos hemos descubierto una ciudad soprendente, con rincones rebosantes de historia y arte que nada tienen que envidiar a Toledo, Salamanca, Segovia, e incluso a Viena, Praga o Roma.

Lo primero que llama la atención de Amarillo (Texas) es su pacífica convivencia y su afición por el buen gusto. De todos es sabido que los tejanos son enemigos acérrimos de la violencia, algo que defienden a tiros contra su propio padre si es necesario. El atentado en Dallas contra JFK, la bomba de Waco, las masacres en sus institutos cada dos semanas o el nacimiento de George Bush y sus retoños son simples accidentes en una tierra que repudia las armas. Pero además, Amarillo es una ciudad cargada de detalles que nada tienen que envidiar al románico, gótico o neoclásico. Hemos hecho una selección de estampas cuya contemplación causa un éxtasis indescriptible. Sin embargo, tenemos dudas de la eficacia del viaje. Al cabo de un par de días Terrazas dijo no estar precisamente atraído por el color Amarillo. Misterios de la mente humana.

EL RANCHO DE LOS CADILLAC
Al poco rato de contemplar estos diez coches semi hundidos en el suelo sientes la magia milenaria de Stonehenge, siempre que venzas la irracional tentación de salir corriendo. A Faemino le vinieron a la cabeza en seguida recuerdos de su Euskadi natal: "allí también somos capaces de plantar coches a ver si crecen", me confesó. El aerosol sobre la chapa consigue un efecto artístico muy similar al de la Capilla Sixtina. Pedazo de arte el de este lugar extrañamente inhóspito que te nubla la vista con su incomparable estilo.

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THE BIG TEXAN
A Terrazas le costó en principio aproximarse a este restaurante de carretera por el color dominante de su fachada. Recapacitó cuando nos aseguraron que el tamaño de los chuletones era equivalente al de la obesa vaca hueca de plástico que recorre las calles en un carrito para promocionar tan extraordinario local. Las chorreras azules de las esquinas le dan al conjunto un toque de refinamiento poco habitual en la américa profunda. Indudablemente, el arquitecto pasó largas temporadas en centroeuropa antes de ponerse a la faena. Según algunos testimonios, el conjunto está pensado para que el cliente entre, puesto que la contemplación del edificio causa desvanecimientos por su armonía y su equilibrio cromático.

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BIG PAIR OF LEGS
En medio de una inmensa llanura encontramos este gigantesco par de piernas con calcetines blancos subidos hasta media canilla y dedos en los pies. Una es más gruesa que la otra y están rotas de formas distintas a diferentes alturas (unos 3 y 5 metros). Está considerada por algunos expertos, cuya cordura no admite dudas, la escultura más bella de la humanidad después del David de Miguel Angel. Se dice que el autor se quitó la vida al contemplar su obra terminada y que fueron varios los voluntarios que le acercaron un arma para que llevase a cabo el suicidio, convencidos de que el artista no podía esculpir nada mejor. Terrazas no daba crédito a lo que veía. Nosotros, tampoco.

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UN MORUNO DE COCHES
Este pincho de automóviles se encuentra también en The Cadillac Ranch. Su mérito aparente para cualquier observador es imaginarse la puntería del lanzador que los tiró desde el avión, aunque pierde mucho valor cuando cualquier lugareño te explica que fueron instalados con una grúa y sin gobernadores texanos dentro de los coches. En su presencia, Terrazas lloró como un niño, seguramente emocionado al contemplar tal superposición de inimitable creatividad.

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RONALD MCDONALD A CABALLO
Si alguno pensábais que la figura del payaso Ronald McDonald era insuperable es porque siempre lo habíais visto a pie con un montón de niños llorando a su alrededor y huyendo despavoridos en dirección opuesta a él. Su versión ecuestre en una calle de Amarillo deja perplejo a cualquier visitante, por muy viajado que esté. Seguramente fue el color de su chaleco o el del toldo que tiene encima lo que acabó por convencer a Terrazas de que debíamos poner fin al viaje. Este hecho nos induce a pensar que aún no está completamente recuperado, cosa rara después de haberle llevado a una de las ciudades del planeta que más aprecio tiene por el arte.

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