jueves, 23 de diciembre de 2010

Amor a los colores

P.Locas nos regala un artículo muy navideño y además nos perdona de antemano por llamarle idiota. Un lujo que le agradecemos infinitamente (el artículo, no el indulto para ofenderle).


Hace no mucho tiempo mantuvimos una conversación que me viene a la cabeza tras ver el curioso fotomontaje de Míchel. Se trata de la volatilidad del color del corazón de los futbolistas. Sé que es un tema manido pero me apetece hacer algún comentario al respecto.Y es que creo que no existe un gremio tan “chaquetero” como el de los profesionales del fútbol.

Ya sé que mucha gente me dirá que precisamente por eso, porque son profesionales, su actitud debería estar al margen de sentimientos y colores, de modo que al final el único color al que se deban sea el de los billetes con los que se les paga a final de mes.

También sé que mucha otra gente me dirá que esto es lo mismo que hacemos todos y que trabajar no es sino un medio para la consecución de un fin: ganar pasta. Esto será cierto en algunos casos (seguramente la mayoría) y falso en otros (los menos), con abundantes supuestos situados en zona gris.

Pero hay oficios (llamadme iluso, inocente o directamente idiota) en los que sigo pensando que las cosas deberían ser de otra manera. Es el caso del fútbol. En este curioso mundo del balompié se dan determinadas circunstancias que lo hacen único. Elementos diferenciadores que no encontramos en otras profesiones. El principal de ellos es la ilusión de mucha gente, completamente ajena a la profesión, que está detrás de un equipo de fútbol.

Hablo de eso que se ha dado en llamar "LA AFICIÓN". Curiosa palabra que nuestro diccionario de "la Real Academia" define, en su primera acepción, como “Inclinación, amor a alguien o a algo” Como nuestro diccionario es algo vivo y procura adaptarse a la realidad de los usos de nuestro idioma, ha incluido una tercera acepción como consecuencia del uso deportivo: “Conjunto de personas que asisten asiduamente a determinados espectáculos o sienten vivo interés por ellos.” Yo me quedo con la primera acepción pues creo que las aficiones en el fútbol sienten precisamente eso, amor a su club.

Esta circunstancia, unida a las peculiaridades propias de este deporte, lo hacen apasionante y provocan una importante distorsión en la perspectiva que cada afición tiene de todo lo que rodea a su equipo. Seguramente por eso la lógica tenga poca cabida en las actitudes de todos los que conforman un club, desde su presidente hasta el aficionado que paga religiosamente su entrada o abono.

También me gustaría que los propios futbolistas sintieran algo de ese amor y aparcaran de vez en cuando, aunque solo fuera un poco, su “profesionalidad”. Entrecomillo la palabra porque me refiero exclusivamente a la profesionalidad numismática. Esa que les lleva a besar el escudo de un equipo a principio de temporada y el de otros dos o tres unos meses después, según sople el aire que se desprende del abaniqueo de los billetes.

No quiero faltar al respeto a nadie. Admiro a los profesionales (sin entrecomillar) que juegan y no cobran, aunque esa es una distorsión de nuestro sistema que no debería tener que soportar ningún trabajador de este santo país. Sin embargo y a pesar de ello, echo de menos el sentimiento en los futbolistas. Ese sentimiento que sí tenemos los aficionados y que acaba alimentando (de billetes) al mundo del fútbol, incluyendo a los que viven de dar patadas al balón. Por ello termino pidiéndoles eso, un poco de sentimiento y amor a los colores, algo que en los últimos tiempos brilla por su ausencia. Llamadme iluso, inocente o directamente idiota, pero sinceramente es lo que pienso.

AÚPA DPOR SIEMPRE!!

Fdo: p.locas

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