sábado, 20 de noviembre de 2010

Racanería productiva

Josiño Abalde se ha llevado un punto del Escartín. Quizá lo ha hecho de la única manera que podía hacerlo. Estaba en su derecho. Los italianos lo hacen siempre y son tricampeones del mundo. En Alemania 2006 lo hicieron y Zidane acabó dándole un cabezazo a Materazzi de pura desesperación porque le mentó a la hermana o a la madre. El fútbol es lo que tiene, que no siempre gana el que apuesta más.


Entre Coruxo (Vigo, Pontevedra, Galicia) y Guadalajara (Castilla) habrá 600 kilómetros o más. Y este señor ha recogido por el camino a todos los defensas que había haciendo autostop. Les veía altos y con las piernas un poco fuertes y les echaba al autobús. Cuando ha llegado a Guadalajara han desembarcado 650.432 jugadores de corte defensivo. Los ha puesto a todos en el campo y se ha llevado un punto del Escartín. ¿Fin de la historia?.

No. En absoluto. Josiño Abalde es un héroe en Coruxo porque les ascendió a Segunda B. Hacen bien de idolatrarlo porque no les había pasado jamás. También porque este hombre no es manco, ni tonto. Se ha visto contra un equipo que está fuerte en casa, que les había metido un saquete al Lugo y al Montañeros y ha recogido defensas por Ourense, por Zamora, por Valladolid, por Madrid... Ha recogido a uno en Azuqueca que había perdido el tren de cercanías de las 16,40 porque además tenía a los suyos sancionados y lesionados. Ha hecho bien. ¿Y nosotros?

Pues igual no. Porque hemos empezado peor que otros días. Pero después hemos empezado a buscar los huecos entre los 765.908 defensas rivales. Y hemos empezado a entrar con Ernesto y con Iván por banda y también por el centro, con un Míchel viendo el juego con sus gafas de rayos x y un Soria que estaba en todas partes, como los 867.211 defensas rivales. En una jugada imposible que ya están estudiando los físicos, Rubén Cuesta ha visto un hueco de una micra de anchura y le ha metido un balón a Iván que se ha colado por un hueco que dejaba el autobús londinense que había detrás del portero.

Pero el Coruxo no ha dejado de hacer faltas que un señor de amarillo no veía. Sus albañiles han seguido poniendo ladrillos en el muro y después del descanso igual. Como hace Italia. Vamos perdiendo pero por poco y tendremos la nuestra, pensaban. Y la han tenido nada más empezar. Pero un señor que se llama Saizar, y al que teníamos en un baúl del desván, la ha parado a bocajarro, aunque de nada nos haya valido el aviso.

Luego ellos han hecho cada vez más faltas, lógico porque en ese momento tenían por encima del millón de defensas. Entonces nos hemos ido cansando y cansando hasta que un tipo al que le hace los trajes el mismo sastre que a Gasol nos ha devuelto la vaselina porque le hemos hecho la ola en lugar de pararlo. Ha habido dos faltas antes que los aficionados igual no habríamos protestado si las señalan, pero al árbitro se le había pegado la bola del pito por la saliva y el gol ha valido.

Después han seguido haciendo faltas y se lesionaban por culpa del aire del río, y cuando les cambiaban se subían al puente un rato antes. En las gradas que quedan en pie silbábamos porque lo hacían ellos, aunque aplaudimos cuando lo hacemos nosotros. El tiempo pasaba y Josiño Abalde (o Abaldini) ha terminado llevándose su punto como se los llevan en Nápoles, Florencia y Roma. Luego ha ido devolviendo los defensas de camino a Coruxo y ya está. Fútbol.

Aunque a lo mejor se podía haber llevado los tres porque ha habido un momento en el que puede que haya lamentado tener más defensas que la población de Hungría. Pero también es posible que no se hubiese visto en esas sin su autobús rojo de dos pisos debajo de los palos. Quién sabe. Enhorabuena, Coruxo. Enhorabuena Josiño. Porque a lo mejor no había otra forma, aunque no nos guste verlo, aunque hayamos tenido que sufrirlo. Había dos posibles partidos y ha salido el vuestro.

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